miércoles, 7 de septiembre de 2016

¿Sirve para algo el G-20?

Acaba de concluir la undécima cumbre del G-20, que este año se ha celebrado en la ciudad china de Hangzhou. Era la última cumbre de la era Obama, un presidente que ha marcado estos eventos hasta el extremo de que él y el G-20 son indistinguibles. Pero Obama en la cumbre del año próximo en Hamburgo no estará por la simple razón de que no puede ser reelegido. Con Obama o sin él, el hecho es que este grupo, nacido al calor de la quiebra de Lehman Brothers crisis financiera posterior, no solo ha perdido su razón de ser, sino que es absolutamente inoperante. No se acuerda nada, no se decide nada, no se resuelve nada. Todo se disuelve en pura charlatanería y buenas intenciones. Quizá nunca tuvo sentido porque nada une a los miembros del G-20 más allá de la voluntad de reunirse. No es casual que la arbitrariedad presidiese la formación del grupo hace 8 años. Y de aquellos polvos, estos lodos. De nada sirve porque nunca se quiso que sirviese para nada.


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